La neuropatía periférica inducida por quimioterapia (CIPN) es un efecto secundario frecuente del tratamiento del cáncer con paclitaxel y oxaliplatino (70-90% de los pacientes que reciben estos medicamentos). Los pacientes que padecen CIPN se quejan de síntomas somatosensoriales, incluyendo parestesia y dolor, que afecta drásticamente su calidad de vida. En particular, este síndrome puede volverse crónico hasta en un 50% de los pacientes y no se resuelve al suspender el tratamiento. Por lo tanto, el coste social y económico de la neuropatía es enorme.
A pesar de la intensa investigación en todo el mundo, la CIPN sigue siendo una necesidad biomédica insatisfecha para la que no existen tratamientos efectivos. Además, en muchas ocasiones la quimioterapia debe suspenderse debido a las molestias de los pacientes. Por lo tanto, existe una necesidad urgente de revelar los mecanismos moleculares subyacentes que conducen a la disfunción sensorial característica de la CIPN.
Se han utilizado modelos animales para investigar la fisiopatología de la CIPN. Estos modelos han proporcionado resultados importantes, que indican que las neuronas sensoriales (es decir, los nociceptores) de los animales tratados con paclitaxel o/y oxaliplatino están fuertemente sensibilizadas y muestran una mayor excitabilidad. Sin embargo, sigue siendo objeto de debate si esta sensibilización neuronal se debe a una acción neuronal directa de estos fármacos o si está mediada por agentes proalgésicos liberados por células inmunitarias o de otro tipo.
Aunque se ha señalado que algunos canales iónicos contribuyen a la sensibilización de los nociceptores, los cambios moleculares que conducen a una mayor excitabilidad de los nociceptores en la CIPN siguen siendo esquivos en gran medida.
Para abordar adecuadamente la fisiopatología de la CIPN, necesitamos diseccionar molecularmente cómo estos fármacos quimioterapéuticos afectan la actividad electrogénica de las neuronas sensoriales en términos de subtipo neuronal y canales iónicos específicos involucrados.
Además, un problema emergente es un posible dimorfismo sexual subyacente a la CIPN, por el cual las mujeres son más sensibles que los hombres a este trastorno.
Trilogy propone abordar estas importantes brechas de conocimiento combinando nuestra larga experiencia en investigación y farmacología del dolor y una caja de herramientas única que abarca modelos in vitro e in vivo. Además, proponemos investigar el posible dimorfismo sexual que se produce en la transducción del dolor, muy probablemente debido a la influencia de las hormonas sexuales que regulan la excitabilidad de los nociceptores.